miércoles, 1 de enero de 2014

ORACIÓN POR LA PATRIA

Conferencia Episcopal Argentina
 
MENSAJE AL PUEBLO DE DIOS

Los obispos argentinos compartimos “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias” del pueblo al que pertenecemos y servimos en esta hora delicada y providencial de nuestra vida nacional.
Desde nuestra fe acudimos a Jesucristo, Señor de la historia, y le dirigimos una súplica confiada para poner bajo su mirada protectora las preocupaciones, desvelos y esperanzas de los argentinos. A Él le ofrecemos nuestro compromiso pastoral en favor del pueblo, especialmente de sus miembros más pobres, débiles y sufrientes.
Por ello peregrinamos, como lo hace el pueblo creyente, a la casa de nuestra Madre de Luján para pedirle que Ella interceda ante su Hijo por las necesidades más urgentes de la Patria. De modo particular queremos pedirle que nos ayude a los argentinos a:
1. valorar y construir con empeño perseverante la amistad social entre todos los habitantes de nuestra Patria, desterrando desencuentros, odios, rencores y enfrentamientos y promoviendo la equidad y la justicia para todos;
2. favorecer y cultivar la disposición al diálogo genuino en la verdad y el respeto entre personas y sectores, como camino indispensable en la búsqueda del bien común;
3. afianzar las instituciones democráticas de la República y el federalismo, respetando la Constitución Nacional, garantía para todos de una convivencia pacífica e incluyente.
Invitamos a todos los fieles a unirse a este gesto orante y a retomar la “oración por la Patria”, tan apreciada en nuestras comunidades, como primero y principal servicio que los católicos argentinos queremos ofrecer a nuestra querida Nación.
 
95ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal ArgentinaPilar, 8 de abril de 2008
 
ORACIÓN POR LA  PATRIA

Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.
Nos sentimos heridos y agobiados.
Precisamos tu alivio y fortaleza.
Queremos ser nación,
una nación cuya identidad
sea la pasión por la verdad
y el compromiso por el bien común.
Danos la valentía de la libertad
de los hijos de Dios
para amar a todos sin excluir a nadie,
privilegiando a los pobres
y perdonando a los que nos ofenden,
aborreciendo el odio y construyendo la paz.
Concédenos la sabiduría del diálogo
y la alegría de la esperanza que no defrauda.
Tú nos convocas. Aquí estamos, Señor,
cercanos a María, que desde Luján nos dice:
¡Argentina! ¡Canta y camina!
Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.
Amén.