viernes, 22 de mayo de 2015

Católico rico, católico pobre

Nuestra civilización necesita que resurjan verdaderos líderes católicos, que marquen el rumbo de un nuevo modelo de sociedad en base a un profundo conocimiento de los principios trascendentes y que impulsen un nuevo modelo económico de cooperación y solidaridad.

¿Cómo Es y como Debe Ser el católico de hoy?

Muchas veces he tenido la percepción de que el católico promedio que está cerca de Dios, es una gente buena, tranquila, PERO muchas veces pasiva apostólica y socialmente...o incluso a veces, demasiado pasiva.

He sentido muchas veces la MISERIA en la conciencia del Ser Católico, en pobres y en ricos económicamente, cuando les piden ayuda para proyectos apostólicos y dan las migajas, con la excusa de no tener y después se gastan mucho en superficialidades.

Veo muchas veces la MISERIA en la conciencia del Ser Católico, cuando trato de ver los frutos apostólicos que debiéramos tener como católicos de convicción y nos pasa como a la higuera que Jesús maldijo, que después de varios años nunca pudo dar fruto.

Siento muchas veces esa Pobreza en la conciencia del Ser Católico, cuando veo como muchos van a La Santa Misa , como tradición más que como convicción y muestra de ello es la poca concentración que ponemos durante el Misterio de la Santa Misa, el descuido en que tenemos a nuestros sacerdotes y lo poco integrados que estamos con nuestras parroquias, con nuestra Iglesia.

Y reflexiono constantemente sobre si al tener ese perfil, no seremos unos Pobres Católicos, con frutos muy pobres incluso a veces miserables, porque no hemos entendido bien lo que significa Ser Católico, lo que significa... id por todo el mundo a proclamar el evangelio.

Deberíamos de preguntarnos donde estamos los 1200 millones de católicos que somos? Por qué no arde este mundo con fervor católico? Como debería ser el mundo si sólo fuéramos unos 800 millones de Católicos de convicción. O aunque solamente fuéramos 600 millones de católicos fervorosos, no ardería el mundo en amor? Sólo quisiera que fuéramos 500 millones de católicos fervorosos, convencidos y verdaderamente proactivos.

¿No será que somos la inmensa mayoría unos pobres católicos sin Verdadera Convicción de lo que significa Ser Católico. Pobres en convicción, pobres en acción y pobres en frutos para Dios?
¿Te has detenido a pensar que frutos vas a entregar día de tu Juicio Final?

Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá. ¿Qué estás haciendo con tu Fe, con la Gracia que Dios te ha dado de la Fe? ¿Has reflexionado profundamente sobre lo que significa Ser Católico?
El Católico de hoy, QUE EL MUNDO NECESITA, es un católico LÍDER en todos los ámbitos en los que se desenvuelve.

Líder en acciones que arrastren a los demás hacia el buen camino, Líder en convicción, que marque el rumbo del Norte que debe seguir esta sociedad dormida, o muerta al mundo espiritual.
Muchas veces confundimos la importancia del Ser con la importancia del Tener.

Ser y Tener no se oponen sino que se complementan. El Ser debe de estar por encima del Tener. El Tener le sirve al Ser en muchos aspectos y también para ayudarlo más, a darse a conocer y así hacer que todos se vuelvan más Ser. 

Ser y Tener se complementan al igual que la Fe y la Razón. No se excluyen, sino que se sirven, y aunque se complementan, el Ser es el que manda y el Tener se supedita. La pobreza del Católico no la tenemos que buscar en ámbito del Tener, sino del Ser.

La pobreza de nuestra Fe (el que sea más pequeña que un grano de mostaza), la pobreza de nuestro actuar, la pobreza nuestra de nuestros frutos apostólicos, la pobreza de nuestra convicción de Ser católico, esa es la pobreza de la que nos tenemos que cuidar. 

En lo profesional debemos, los católicos de hoy, tener el compromiso de ser productivos, de dar lo mejor de nosotros mismos, cada uno en base a los talentos recibidos, pero todos aportando lo mejor de sí mismos. Y con esos frutos y ese liderazgo profesional tendremos que apoyar e impulsar proyectos apostólicos para dar a conocer y ayudar a mucha gente para que profundice en el conocimiento de la riqueza de nuestra Fe.

Nuestra civilización necesita que resurjan verdaderos líderes católicos, que marquen el rumbo de un nuevo modelo de sociedad en base a un profundo conocimiento de los principios trascendentes y que impulsen un nuevo modelo económico de cooperación y solidaridad. 

Esto en esencia es El Misionerismo.

Los que tenemos la Gracia de la Fe, tenemos la obligación moral y espiritual, de Dar nuestro mejor esfuerzo en todos los ámbitos de nuestra vida, personal, profesional, social y espiritual, para así ayudar, motivar e impulsar a los católicos pobres en frutos, y ayudar, convencer y convertir a los que por cualquier circunstancia no han tenido la Gracia de nuestra Fe y andan muertos en vida, sin darse cuenta.

A LOS CATOLICOS DE TRADICION: Te invito a que revises y profundices en el conocimiento de la INMENSA riqueza de NUESTRA FE. Tienes frente a ti el regalo más grande que puedes recibir, y por la circunstancia que sea no has alcanzado a descubrirlo todavía. VETE un fin de semana solo y reflexiona sobre el sentido de tu vida. ¿Qué has hecho con ella, te sientes pleno, satisfecho, sientes que te falta algo, te sientes vacío? Vacíate te todo lo que la sociedad te ha dicho hasta ahora y deja que tu corazón o tu conciencia te hablen. Rompe con lo anterior y busca en tu interior. Descúbrete como ser espiritual, como hijo de Dios y revisa tu actuar, y si crees que ha sido un poco vacío, empieza a buscar, y si no sabes por dónde empezar, dile a Dios que te guie, pegúntale a algún sacerdote o a alguien muy católico por dónde empezar y TE GARANTIZO que lo que descubrirás, será ese tesoro que consciente o inconscientemente siempre has buscado y nunca te habías dado cuenta lo cerca que lo tenías. Tan cerca que estaba dentro de ti. *Tarde te amé, Belleza tan antigua y tan nueva, ¡ tarde te amé! Estabas dentro de mí y yo te buscaba por fuera..* (San Agustin.)

Ya nos seas un pobre católico, pobre de conciencia y de acciones, y busca ser Rico, verdaderamente Rico, rico en convicciones y rico en acciones, porque esta nueva riqueza ni la polilla ni el orín, la destruirán.

A LOS CATOLICOS DE CONVICCION: Te exhorto a que vivas de acuerdo a tus convicciones. Profundiza en el conocimiento del tesoro de tu Fe. Vive tu Fe. Arrasa, conmueve y convence allá donde estés. Si no se te nota que eres un CATOLICO DE CONVICCION entonces revisa en que estás fallando, revisa cual es el tamaño de tu fe. Si no contagias a los que están a tu alrededor, si no se te nota que eres católico, entonces…¿Qué clase de Católico eres?.
Tienes la Gracia de la Fe, estas convencido de tu religión Católica, eres un buen católico, un católico convencido…PERO, con una riqueza, digamos que pobre. ¡SE UN CATOLICO RICO¡ Rico en acciones, rico en convicciones, rico en frutos, rico en resultados. Rico, Inmensamente Rico, porque el día te tu entrada a la ETERNIDAD la balanza se inclinará muy favorablemente y podrás estar más cerca de Dios que muchos, para toda la Eternidad.

Decia Sta Faustina, que…*Una vez sabiendo que ya hemos ganado la Eternidad, vale la pena cualquier esfuerzo en la tierra para estar en el cielo más cerca de Dios, para toda la Eternidad*.
Este mundo dormido está ansioso y necesitado de Líderes. De verdaderos líderes de convicción que marquen el rumbo del norte de nuestra existencia.
No podemos ser católicos de convicción y no ser verdaderos líderes en nuestro entorno. Acuérdate de nuestros antepasados, de nuestros orígenes, de los primeros Cristianos. ¡ SÉ COMO ELLOS ¡ Busca esa fuerza y esa convicción en la oración y en la comunión.

Este mundo TE NECESITA, DIOS TE NECESITA. 

¡SÉ UN CATOLICO RICO¡ porque en tus manos están las almas de muchos pobres católicos que no han descubierto a Dios. O pero aun, de muchos pobres, ateos, no católicos o anticatólicos que no han tenido la Gracia de la Fe. Esto no es un juego o puras palabras bonitas… si el bien no actúa, el mal si está actuando.

¡Católicos de Convicción¡ Sean unos ricos católicos de hechos, acciones y convicciones y devolvamos al mundo el rumbo del cual nunca debería de haberse salido.

EL APOSTOLADO en el católico de convicción.

Frente al Ateísmo radical de nuestros tiempos, se debe de imponer el Radicalismo Amoroso del Católico de convicción que consciente de la necesidad de Amor trascendente, derivado de la Inconsciencia de la Conciencia del mundo, busca abrir brecha en esta selva de sociedad, para ser Luz que contagie de Conciencia a dicha Inconsciencia.

Si tienes la Gracia de la Fe, tienes la bendición de la conciencia del Amor de Dios. Si tienes dicha conciencia, si verdaderamente eres consciente de dicho Amor, no te lo puedes guardar y tienes que transmitirlo a los demás, y el fruto de dicho acto, será que a cambio de ello, recibirás mucho más Amor.

La forma de transmitirlo es mediante acciones concretas de donación y entrega personal y económica para transmitir dicho Amor. Entregarse a los demás, ayudar los más necesitados son las acciones concretas de dicho Amor. Obras son amores y lo demas…puros cuentos y falta de fe.
A esta actividad concreta de llevar a Dios a los demás a través de tus obras, de tu esfuerzo, de tu trabajo, se le llama Apostolado. No puedes ser un verdadero apóstol de Dios si no te entregas a los demás, si no ayudas a los demás…si no haces algún apostolado. * Ay de mi si no predico el Evangelio* decía San Pablo. Ay de mi si no tengo buenas obras que entregar el día de mi presentación ante Dios, pienso muchas veces.

Solo las obras dan razón de tu Fe, solo el apostolado te justifica, solo el apostolado da testimonio de ti. Dar es el camino, darse a los demás, entregarse a los demás, transmitir ese Amor de Dios a los demás, es el único camino para cambiar este mundo tan descarriado de ese amor. Y ese es el único camino, si verdaderamente queremos mejorar esta sociedad.

Si me permites sugerirte una opción concreta entre las muchas que puedes hacer para llevar a Dios a los demás, es ayudar a difundir y transmitir el apostolado de la Oración del Rosario Misionero de Empresa Misionera (1), para convertirlo en un movimiento que cambien al mundo. Ayuda a formar grupos de oración en las iglesias que conozcas, y así ayudaras a formar esa Gran Cadena de Oración para despertar la conciencia de este mundo, y acercarlo más a Dios.
*Pongamos al mundo de rodillas y Dios lo ensalzara* 

Ayudemos al mundo a evolucionar a través de la oración. Hay muchas formas de hacer apostolado. Hacer apostolado es ayudar y darse a los demás para acercarlos a Dios. Adopta y empuja el apostolado que más te guste.

*lo que no puedes hacer es estar sin apostolado*

(1) El Rosario Misionero de Empresa Misionera, es un apostolado que se inició en México en 2009 y que ahora ya está creciendo muchísimo en todo el país, y ya inicio en EEUU y en España. Busca en YOUTUBE : Rosario Misionero de Empresa Misionera.

 Jose Luis Perez Gallego | Fuente: Catholic.net

viernes, 1 de mayo de 2015

Jubileo Extraordinario de la Misericordia 2015-2016

La tarde del sábado 11 de abril, víspera del II Domingo de Pascua y fiesta de la Divina Misericordia, el Santo Padre Francisco ha convocado oficialmente el Jubileo Extraordinario de la Misericordia con la publicación de la Bula Misericordiae vultus. Al ingreso de la Basílica de San Pedro, el Obispo de Roma ha entregado la Bula a los cuatro cardenales arciprestes de las basílicas papales de Roma: los cardenales Angelo Comastri, Agostino Vallini, James Michael Harvey y Santos Abril y Castelló.

Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. El misterio de la fe cristiana parece encontrar su síntesis en esta palabra. Ella se ha vuelto viva, visible y ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret. El Padre, « rico de misericordia » (Ef 2,4), después de haber revelado su nombre a Moisés como « Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira, y pródigo en amor y fidelidad » (Ex 34,6) no ha cesado de dar a conocer en varios modos y en tantos momentos de la historia su naturaleza divina. En la « plenitud del tiempo » (Gal 4,4), cuando todo estaba dispuesto según su plan de salvación, Él envió a su Hijo nacido de la Virgen María para revelarnos de manera definitiva su amor. Quien lo ve a Él ve al Padre (cfr Jn 14,9). Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda su persona1 revela la misericordia de Dios.
Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia. Es fuente de alegría, de serenidad y de paz. Es condición para nuestra salvación. Misericordia: es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad. Misericordia: es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro. Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida. Misericordia: es la vía que une Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados no obstante el límite de nuestro pecado.
Hay momentos en los que de un modo mucho más intenso estamos llamados a tener la mirada fija en la misericordia para poder ser también nosotros mismos signo eficaz del obrar del Padre. Es por esto que he anunciado un Jubileo Extraordinario de la Misericordia como tiempo propicio para la Iglesia, para que haga más fuerte y eficaz el testimonio de los creyentes.
El Año Santo se abrirá el 8 de diciembre de 2015, solemnidad de la Inmaculada Concepción. Esta fiesta litúrgica indica el modo de obrar de Dios desde los albores de nuestra historia...
El domingo siguiente, III de Adviento, se abrirá la Puerta Santa en la Catedral de Roma, la Basílica de San Juan de Letrán. Sucesivamente se abrirá la Puerta Santa en las otras Basílicas Papales. Para el mismo domingo establezco que en cada Iglesia particular, en la Catedral que es la Iglesia Madre para todos los fieles, o en la Concatedral o en una iglesia de significado especial se abra por todo el Año Santo una idéntica Puerta de la Misericordia. A juicio del Ordinario, ella podrá ser abierta también en los Santuarios, meta de tantos peregrinos que en estos lugares santos con frecuencia son tocados en el corazón por la gracia y encuentran el camino de la conversión. Cada Iglesia particular, entonces, estará directamente comprometida a vivir este Año Santo como un momento extraordinario de gracia y de renovación espiritual. El Jubileo, por tanto, será celebrado en Roma así como en las Iglesias particulares como signo visible de la comunión de toda la Iglesia.
He escogido la fecha del 8 de diciembre por su gran significado en la historia reciente de la Iglesia. En efecto, abriré la Puerta Santa en el quincuagésimo aniversario de la conclusión del Concilio Ecuménico Vaticano II. La Iglesia siente la necesidad de mantener vivo este evento. Para ella iniciaba un nuevo periodo de su historia. Los Padres reunidos en el Concilio habían percibido intensamente, como un verdadero soplo del Espíritu, la exigencia de hablar de Dios a los hombres de su tiempo en un modo más comprensible. Derrumbadas las murallas que por mucho tiempo habían recluido la Iglesia en una ciudadela privilegiada, había llegado el tiempo de anunciar el Evangelio de un modo nuevo. Una nueva etapa en la evangelización de siempre. Un nuevo compromiso para todos los cristianos de testimoniar con mayor entusiasmo y convicción la propia fe.
El Año jubilar se concluirá en la solemnidad litúrgica de Jesucristo Rey del Universo, el 20 de noviembre de 2016. En ese día, cerrando la Puerta Santa, tendremos ante todo sentimientos de gratitud y de reconocimiento hacia la Santísima Trinidad por habernos concedido un tiempo extraordinario de gracia.
Encomendaremos la vida de la Iglesia, la humanidad entera y el inmenso cosmos a la Señoría de Cristo, esperando que difunda su misericordia como el rocío de la mañana para una fecunda historia, todavía por construir con el compromiso de todos en el próximo futuro.
Con la mirada fija en Jesús y en su rostro misericordioso podemos percibir el amor de la Santísima Trinidad. La misión que Jesús ha recibido del Padre ha sido la de revelar el misterio del amor divino en plenitud.
Su persona no es otra cosa sino amor. Un amor que se dona y ofrece gratuitamente. Sus relaciones con las personas que se le acercan dejan ver algo único e irrepetible. Los signos que realiza, sobre todo hacia los pecadores, hacia las personas pobres, excluidas, enfermas y sufrientes llevan consigo el distintivo de la misericordia. En él todo habla de misericordia. Nada en Él es falto de compasión.
La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia. Todo en su acción pastoral debería estar revestido por la ternura con la que se dirige a los creyentes; nada en su anuncio y en su testimonio hacia el mundo puede carecer de misericordia. La credibilidad de la Iglesia pasa a través del camino del amor misericordioso y compasivo. La Iglesia « vive un deseo inagotable de brindar misericordia ». Tal vez por mucho tiempo nos hemos olvidado de indicar y de andar por la vía de la misericordia. Por una parte, la tentación de pretender siempre y solamente justicia ha hecho olvidar que ella es el primer paso, necesario e indispensable; la Iglesia no obstante necesita ir más lejos para alcanzar una meta más alta y más significativa.
La primera verdad de la Iglesia es el amor de Cristo. De este amor, que llega hasta el perdón y al don de sí, la Iglesia se hace sierva y mediadora ante los hombres. Por tanto, donde la Iglesia esté presente, allí debe ser evidente la misericordia del Padre. En nuestras parroquias, en las comunidades, en las asociaciones y movimientos, en fin, dondequiera que haya cristianos, cualquiera debería poder encontrar un oasis de misericordia.
En este Año Santo, podremos realizar la experiencia de abrir el corazón a cuantos viven en las más contradictorias periferias existenciales, que con frecuencia el mundo moderno dramáticamente crea. ¡Cuántas situaciones de precariedad y sufrimiento existen en el mundo hoy! Cuántas heridas sellan la carne de muchos que no tienen voz porque su grito se ha debilitado y silenciado a causa de la indiferencia de los pueblos ricos. En este Jubileo la Iglesia será llamada a curar aún más estas heridas, a aliviarlas con el óleo de la consolación, a vendarlas con la misericordia y a curarlas con la solidaridad y la debida atención.
Es mi vivo deseo que el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina.
La palabra del perdón pueda llegar a todos y la llamada a experimentar la misericordia no deje a ninguno indiferente. Mi invitación a la conversión se dirige con mayor insistencia a aquellas personas que se encuentran lejanas de la gracia de Dios debido a su conducta de vida. Pienso en modo particular a los hombres y mujeres que pertenecen a algún grupo criminal, cualquiera que éste sea. Por vuestro bien, os pido cambiar de vida. Os lo pido en el nombre del Hijo de Dios que si bien combate el pecado nunca rechaza a ningún pecador.
La misma llamada llegue también a todas las personas promotoras o cómplices de corrupción. Esta llaga putrefacta de la sociedad es un grave pecado que grita hacia el cielo pues mina desde sus fundamentos la vida personal y social. La corrupción impide mirar el futuro con esperanza porque con su prepotencia y avidez destruye los proyectos de los débiles y oprime a los más pobres. Es un mal que se anida en gestos cotidianos para expandirse luego en escándalos públicos.
¡Este es el tiempo oportuno para cambiar de vida! Este es el tiempo para dejarse tocar el corazón. Delante a tantos crímenes cometidos, escuchad el llanto de todas las personas depredadas por vosotros de la vida, de la familia, de los afectos y de la dignidad. Seguir como estáis es sólo fuente de arrogancia, de ilusión y de tristeza. La verdadera vida es algo bien distinto de lo que ahora pensáis. El Papa os tiende la mano. Está dispuesto a escucharos. Basta solamente que acojáis la llamada a la conversión y os sometáis a la justicia mientras la Iglesia os ofrece misericordia.
La misericordia posee un valor que sobrepasa los confines de la Iglesia. Ella nos relaciona con el judaísmo y el Islam, que la consideran uno de los atributos más calificativos de Dios.
Este Año Jubilar vivido en la misericordia pueda favorecer el encuentro con estas religiones y con las otras nobles tradiciones religiosas; nos haga más abiertos al diálogo para conocerlas y comprendernos mejor; elimine toda forma de cerrazón y desprecio, y aleje cualquier forma de violencia y de discriminación.
El pensamiento se dirige ahora a la Madre de la Misericordia. La dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, para que todos podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios. Ninguno como María ha conocido la profundidad el misterio de Dios hecho hombre. Todo en su vida fue plasmado por la presencia de la misericordia hecha carne.
Dirijamos a ella la antigua y siempre nueva oración del Salve Regina, para que nunca se canse de volver a nosotros sus ojos misericordiosos y nos haga dignos de contemplar el rostro de la misericordia, su Hijo Jesús.
Un Año Santo extraordinario, entonces, para vivir en la vida de cada día la misericordia que desde siempre el Padre dispensa hacia nosotros. En este Jubileo dejémonos sorprender por Dios. Él nunca se cansa de destrabar la puerta de su corazón para repetir que nos ama y quiere compartir con nosotros su vida. La Iglesia siente la urgencia de anunciar la misericordia de Dios. Su vida es auténtica y creíble cuando con convicción hace de la misericordia su anuncio. Ella sabe que la primera tarea, sobre todo en un momento como el nuestro, lleno de grandes esperanzas y fuertes contradicciones, es la de introducir a todos en el misterio de la misericordia de Dios, contemplando el rostro de Cristo. La Iglesia está llamada a ser el primer testigo veraz de la misericordia, profesándola y viviéndola como el centro de la Revelación de Jesucristo. Desde el corazón de la Trinidad, desde la intimidad más profunda del misterio de Dios, brota y corre sin parar el gran río de la misericordia. Esta fuente nunca podrá agotarse, sin importar cuántos sean los que a ella se acerquen. Cada vez que alguien tendrá necesidad podrá venir a ella, porque la misericordia de Dios no tiene fin. Es tan insondable es la profundidad del misterio que encierra, tan inagotable la riqueza que de ella proviene.
En este Año Jubilar la Iglesia se convierta en el eco de la Palabra de Dios que resuena fuerte y decidida como palabra y gesto de perdón, de soporte, de ayuda, de amor. Nunca se canse de ofrecer misericordia y sea siempre paciente en el confortar y perdonar. La Iglesia se haga voz de cada hombre y mujer y repita con confianza y sin descanso: « Acuérdate, Señor, de tu misericordia y de tu amor; que son eternos » (Sal 25,6).