jueves, 23 de septiembre de 2010

Abel Albino: Médico al servicio del Evangelio, y de los niños más pobres

Abel Albino es uno de los tantos argentinos que decidió orientar su actividad en la lucha contra la desnutrición en países en vías de desarrollo.

La Fundación Conin nació en Mendoza el 4 de septiembre de 1993, bajo idea de Albino y del médico y profesor Fernando Mönckeberg. Su premisa y su guía fue " La única debilidad mental que se puede prevenir y revertir, la única creada por el hombre, es la debilidad mental del desnutrido".
Hoy cuenta con 29 centros adheridos en todo el país (diez de los cuales se unieron este año) y cuatro en el exterior (dos en Paraguay, uno en Perú y otro en Gambia, África). Ya se contactaron ONG de Colombia, Venezuela y Bolivia que buscan seguir el modelo Conin.

Abel Albino nació en el año 1946 en Buenos Aires, Argentina. En 1972 se graduó con el título de médico en la Universidad de Tucumán. Al año siguiente viajó a la República de Chile para especializarse en Pediatría en el Hospital Luis Calvo Mackena; ahí tuvo el honor de conocer al profesor Dr. Fernando Mönckeberg, cuando se contactó por primera vez con la problemática de la desnutrición infantil.
En 1987 se doctoró en Medicina en la Universidad Nacional de Cuyo.
En 1992 se trasladó a España para estudiar Biología Molecular en la Universidad de Navarra. Le produjo profunda tristeza ver la brecha entre Europa y la Argentina; países tan pequeños y poderosos frente al nuestro que, siendo infinitamente más rico, se encuentra tan empobrecido.
Una tarde, encontró un diario tirado que contenía una entrevista a la Madre Teresa de Calcuta, en la que le preguntaban qué era para ella la paz. Como el sentía que no estaba en paz, le pareció oportuno ver qué decía esta mujer.

Ella decía: "El fruto del silencio es la oración, el fruto de la oración es la fe, el fruto de la fe es el amor, el fruto del amor es el servicio y el fruto del servicio es la paz”. Esto le encantó. Entonces le dijo a su jefe: “Mire doctor, me vuelvo a la Argentina. Sé que estoy haciendo la especialidad del futuro (biología molecular) pero, en realidad, yo soy hijo de un país que no tiene solucionado su pasado. En el fondo del corazón yo soy médico, no soy otra cosa ni busco ser otra cosa, y lo correcto es que me vuelva". Así que volvió a Mendoza. Sabía que tenía que “servir” pero no sabía ni a quién, ni cómo…

Un tiempo después regresó a Europa con grandes posibilidades de que lo contraten. En ese viaje escuchó a Juan Pablo II. En una homilía preciosa el 17 de mayo de 1992 (en la ceremonia de beatificación del entonces Siervo de Dios Josemaría Escrivá) dijo dramáticamente: “Ocúpense de los más pobres, de los más necesitados…”. Y eso le tocó, como le había tocado lo de la Madre Teresa. Entonces le dijo a su mujer: “¿Quiénes son los pobres?”. Y pensé en chicos con problemas neurológicos, por lo que decidió dedicarse a la debilidad mental.

Volvió a Mendoza, realizó un curso sobre debilidad mental e invitó al profesor Ignacio Villaelizar, de España, que dijo: “Llámenlo a Monckeberg”. El Profesor Monckeberg había sido profesor del Dr. Albino, en el Hospital Luis Calvo Mackenna, cuando hizo su entrenamiento en pediatría en Chile, en los años 73-74. Lo invitaron y les habló de la única debilidad mental que se puede prevenir, de la única que se pude revertir y que es creada por el hombre, que es la del desnutrido. Y fue ahí cuando se metió en el tema.

Así, junto a un gran número de colaboradores, el 4 de septiembre del 1993 creó en Mendoza la Fundación Conin (Cooperadora de la Nutrición Infantil).
Gracias al empeño y a la labor desarrollada en Conin recibió numerosas distinciones.

El Dr. Albino expresó en reiteradas oportunidades que "CONIN es una cosa de Dios, porque en realidad el quise hacer biología molecular: eso es lo que el hombre propone. Pero terminó dedicándose a la pobreza y la desnutrición, eso es lo que Dios dispone; y se lo muestra por medio de la Madre Teresa de Calcuta, Juan Pablo II y San Josemaría.


Informe de la Fundación CONIN: "Invertir en inteligencia" (publicado en su Página Oficial)

Si vamos a hablar de educación, es fundamental tener en cuenta que debemos preservar el cerebro, ya que podemos tener la mejor semilla del mundo, pero si no tenemos un “sustrato”, una tierra adecuada donde sembrarla, nunca germinará, o lo hará muy precariamente. El sustrato en el que debemos “sembrar” la educación, sería el cerebro. Mientras mejores sean sus condiciones, tanto mejores serán los resultados. Sin cerebro no hay educación posible; sin sustrato, sin tierra preparada, no hay semilla que germine.

Los estragos que provoca la desnutrición que se padece en la primera infancia son los más lamentados por una sociedad, ya que en esta etapa el mayor impacto lo sufre el cerebro. Éste es el órgano que más rápidamente crece, pesa 35 gr al nacer (seis monedas de un peso), a los 14 meses 900 gr. (150 monedas de un peso) y en el adulto, su peso es de 1.200 gr. (200 monedas de un peso), durante los dos primeros meses de vida crece a un ritmo de 2 mg. por minuto. En la desnutrición, no sólo se detiene el crecimiento cerebral, sino que además se presenta una atrofia del cerebro. La suerte del sistema nervioso central está determinada en los primeros 14/18 meses de vida. Si durante este tiempo, el niño no recibe una adecuada ingesta de nutrientes y estimulación adecuada, se transformará en un débil mental.

Europa sale de sus dos guerras absurdas, porque el intelecto estaba intacto, y nosotros no podemos salir del atraso crónico y ridículo en el que estamos, porque nuestro intelecto está dañado.

Habitualmente nos quejamos cuando vemos a un chico desnutrido, y lo primero que hacemos es compararlo con la madre, o el padre, o la abuela, que generalmente son gordos, y opinamos, muy sueltos de cuerpo: “ellos comen bien, pero no le dan de comer a sus hijos”. En realidad, nunca en la pobreza extrema se come bien. Cuando vemos a alguien gordo, en estos ambientes por supuesto, habitualmente es un hidrópico, un inflado por miga, harina, arroz, hidratos de carbono. Muy pocas veces comen proteínas, tan necesarias para el desarrollo cerebral. Generalmente, este adulto no ha terminado su educación primaria, y mira pasar la vida como detrás de un vidrio, viendo como los demás viven, con muy pocas posibilidades personales. Madres pobres y desnutridas, dan a luz hijos desnutridos de menor peso y con menos neuronas en su cerebro.

Los niños tienen el problema agravado, ya que dependen de terceros para alimentarse, los que generalmente no tienen ni los medios, ni la educación necesaria, para poder llevar adelante con éxito esa crianza. A su vez, los requerimientos energéticos de ellos, en su fundamental primer año de vida, son de tal magnitud, que cuando se tiene acceso a una buena nutrición, duplican su peso de nacimiento en 5 a 6 meses, y lo triplican en un año.

“Hay que hacer con la vida, como un arquero que tiene un blanco”, decía Aristóteles; pues bien nuestro blanco debería ser proteger el cerebro de los niños en el vientre materno, y en los primeros 18 meses de vida, ya que es en ese tiempo cuando se sella la suerte del sistema nervioso central (SNC). La principal riqueza de un país, es su capital humano, y si ese capital está dañado, el país no tiene futuro. Luego la educación hará la diferencia. Solo con educación, nuestra gente tendrá salidas laborales dignas. Vivimos aquí y ahora para hacer grandes cosas juntos, y es necesario entender que para salir de esta grave crisis, los gobiernos, junto con las ONG, y la comunidad toda, debemos trabajar. Ninguno de estos tres actores individualmente podría.

La nutrición adecuada 1º y la educación, después, debería ser una definitiva política de estado. El valor agregado de cualquier individuo, en este mundo competitivo y globalizado, es sin duda la educación, pero antes será necesario entender que es fundamental preservar el cerebro.

“La educación es el perfeccionamiento intencional de las facultades específicas humanas” (Víctor García Hoz).

“Educar es dar al cuerpo y al alma toda la perfección y belleza de que son capaces” (Platón, Atenas, 428 AC.).

“La educación es el desenvolvimiento de toda la perfección que el hombre lleva en su naturaleza” (E. Kant, Prusia Oriental, 1724).

Curiosamente estos tres notables hombres, uno cristiano, otro pre-cristiano y otro agnóstico, coinciden en su apreciación sobre el tema.

Recordamos más que nunca las palabras del presidente Kennedy, traspolándolas, quien decía que debemos preguntarnos , no ya que puede hacer la Argentina por nosotros, sino que podemos hacer nosotros por la República Argentina. Nuestro sueño es ver una Argentina grande, rica y poderosa, donde todos vivamos cien veces mejor.

Un país interesante es Finlandia con 0% de corrupción, 0% analfabetos, educación obligatoria hasta los 16 años (secundaria completa) y el dato más importante, Finlandia nació el 6 de diciembre de 1917. Todavía no tiene 90 años y ya esta en los primeros lugares del mundo, eso es tener políticas de estado, ellos no piensan en las próximas elecciones, piensan en la próximas generaciones.

Más de la mitad de los argentinos viven hoy en la pobreza

Así, sobre los 36 millones de personas que viven en nuestro país, 19 millones son pobres. De estos 19 millones 8,4 millones son indigentes (no les alcanza para comer).

La pobreza no es un fenómeno nuevo en la Argentina. El número de personas en nuestro país que no pueden asegurar con sus ingresos las necesidades más elementales (la comida, el abrigo, el transporte y el pago de servicios) viene creciendo desde el año 1994.
El aumento más importante se dio desde diciembre del año pasado hasta nuestros días. En ese período se sumaron casi 5 millones de nuevos pobres, a razón de 28.000 nuevos pobres por día.

Este acelerado empobrecimiento se explica por la pérdida de ingresos de los argentinos por efecto de:
o El crecimiento del desempleo: de un 18% en el 2001 a un 21,5% en la actualidad.
o La inflación: desde diciembre todos los precios aumentaron un 33%.

Así, en diciembre una familia era pobre si ganaba menos de $461 y hoy es pobre si gana menos de $626. Ahora, no sólo los que no tienen empleo son pobres sino también la gran proporción de los que trabajan, ya que el sueldo promedio de los más pobres pasó de $277 a $212.

Dentro de este crecimiento de la pobreza y el deterioro social en general existen muchas personas que necesitan atención del Estado: los desempleados, los que no tienen acceso a la salud ni a la educación, los ancianos, y los adolescentes y jóvenes excluidos del empleo y la educación, etc. Sin embargo por su urgencia e importancia los niños pobres no pueden seguir esperando más.


La pobreza y el hambre de los niños

La pobreza afecta más a los niños. Mientras que el 52,8% del total de la población es pobre, el 70,3% de los niños argentinos son pobres (considerando desde el nacimiento hasta los 18 años de edad) Así, hay 8,6 millones de niños y jóvenes pobres, de los cuales la mitad (4,1 millones) son indigentes.
Este número viene creciendo desde 1998 y supera al resto de los países de América Latina, que cuentan con una gran proporción de su población infantil en situación de pobreza (Bolivia 26%, México 37%, Brasil 45%)
Dentro del total de 8,6 millones de niños y adolescentes pobres hay 2,3 millones menores de 5 años (incluyendo niños en el vientre de su madre), que son los que se encuentran más desprotegidos.

La condición de pobreza de estos niños dificulta el acceso a la alimentación, al cuidado de la salud y a la educación. Está comprobado que esto tiene graves consecuencias a futuro en el desarrollo físico, la capacidad de aprender y el coeficiente intelectual de los niños.

Las desigualdades se inician ya desde el embarazo. Las madres pobres presentan menor edad, mayor nivel de desnutrición y menores controles médicos que las no pobres con mayores riesgos entonces de sufrir complicaciones durante el embarazo y el parto y el doble de probabilidades de tener hijos de bajo peso.

En los años siguientes aparecen los problemas de desnutrición y la ausencia de cobertura de salud y educación inicial: el 65% de los niños pobres no tiene cobertura de salud, sólo el 20% accede al Jardín de Infantes y la desnutrición alcanza hasta el 20% de los chicos de esta edad, causando la muerte de más de 1000 niños por año.
El Estado recién empieza a ocuparse de este tema cuando los niños ingresan al primario, a través del funcionamiento de los comedores escolares. Los datos demuestran que empezar a actuar desde la escuela es muchas veces demasiado tarde.
Así, condicionados desde el embarazo de sus madres, sin acceso a la salud, con altos niveles de desnutrición y falta de estimulación temprana, los niños pobres llegan a la escuela con capacidades muy diferentes que los niños no pobres, lo que los ubica en una distinta línea de largada.

Las consecuencias del hambre se reflejan en las condiciones de salud:
o Desnutrición: hoy mueren 3 niños por día por desnutrición o enfermedades relacionadas con la pobreza
o Bajo peso al nacer: una madre desnutrida tiene 2,5 veces más riesgo de tener un hijo de bajo peso al nacer y el doble de riesgo de tener hijos con retardo de crecimiento intrauterino.
o Menor crecimiento: a los 18 años un niño con bajo peso de nacimiento tiene en promedio 5 kg menos de peso y 5 cm menos de talla que un niño normal.
o Menor desarrollo: los niños con desnutrición tienen entre 5 y 8 veces mayor probabilidad de tener retraso intelectual que aquellos bien alimentados.
o Menor fuerza muscular: a los 15 años un niño de bajo peso puede hacer 2,5 kg menos de fuerza en sus manos.
o Mayor propensión a enfermedades crónicas (diabetes, obesidad, hipertensión)
o Alto riesgo de vida (enfermedades coronarias y accidentes cerebro-vasculares).

"El tema de la desnutrición en la Argentina se va a solucionar el día en que entendamos que los gobiernos, las ONG y la comunidad toda debemos trabajar en conjunto. Porque el gobierno solo no puede, las ONG solas tampoco y la comunidad organizada tampoco; pero si todos nos metemos, sí se puede lograr el cambio"
- Abel Albino-


Para contactarse con Fundación CONIN: 0800- 222-1620 / (0261) 4205004 http://www.conin.org.ar/

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